lunes, 16 de mayo de 2011

COLECTIVO LITERARIO ALTA HORA DE LA NOCHE

Por Daniel Joya

“Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre porque se detendría la muerte y el reposo”

Hay diversas maneras de iniciar una tertulia; sin embargo, para estos amantes de la poesía, comenzar las reuniones repitiendo las palabras del poeta mártir de la revolución es como una manera de tributar cariño y respeto al desaparecido Roque Dalton. Alta hora de la noche es un colectivo de escritores surgido en 2010 en el área metropolitana de Washington DC, con el propósito de sistematizar, enriquecer y proyectar la literatura en general y la poesía en particular de la diáspora salvadoreña.

“…Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos, sería el tenue faro buscado por mi niebla”

El colectivo literario se congrega una vez al mes para intercambiar noticias del quehacer cultural, planificar y compartir ricas lecturas, así como coordinar los siguientes esfuerzos. Componen la agenda de sus reuniones los informes del mes, las lecturas individuales y por supuesto, el degustar de exquisitas comidas, buen vino y suculentas conversaciones hasta altas horas de la noche. No es por casualidad que el colectivo decidiera retomar el nombre de uno de los poemas de Roque, como tampoco es por el azar que los siete miembros coincidan en ser salvadoreños que desde la distancia siguen amando a su país, mucho menos es accidental que todos compartan los ideales progresistas por los que el mismo poeta ofrendó su vida.

“…Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas, Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta”


Y en esas fiestas mensuales de musas y composiciones desfila, casi siempre al inicio, la poesía atrevida de Emilio Monzón, quien con su estilo propio de abordar el tema del amor ha logrado ser reconocido como El Poeta Erótico, que con su canto, eleva su devoción por la mujer a un nivel sublime y deliciosamente lírico. Emilio ha escrito por décadas; no obstante, la belleza de sus poemas, en su afán de seguir pariendo versos poco se había interesado por hacerlos llegar hasta el pueblo para el que escribe. Luego, también el anfitrión por default, padre de la iniciativa de formar el colectivo, Vladimir Monge, deleita con sus retazos de vida campestre, el develar de sus sentimientos más íntimos, su peregrinar entre otros pasajeros en el tiempo, sus constantes reseñas sobre la producción de grandes de la poesía y datos curiosos en el mundo del arte. Vladimir es un investigador empecinado en y por el arte que disfruta ofreciendo su hogar para las reuniones del colectivo. Es un anfitrión nato encarnando la substancia del colectivo.

“No dejes que tus labios hallen mis once letras. Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio"

Un silencio adonde Bessy Blanco trató infructuosamente de esconder sus versos, dedicados al amor eros, a la feminidad, a la entrega desprejuiciada al hombre que sacude sus hormonas, pero que también escribe a los aspectos sociales que por repetitivos pareciese que no calaban en la ex fiscal, pero ahora afloran con el mismo impacto que cuando le hacían dirigir la investigación del delito. No son once, sino quince letras que en el alma y memoria de Marisol Flamenco revolotean desde un alma joven para mezclarse en infinitas combinaciones que transmiten pasión, ardor espiritual y también juventud a los escritos de esta talentosa miembro del colectivo, quien además de escribir hace teatro y enseña actuación. Marisol, la más joven del grupo, dejó a temprana edad su país para ir en pos de su sueño de artista, modelo y poeta.

“No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto: desde la oscura tierra vendría por tu voz”

Restan los escritos de Carlos Parada, un erudito de la literatura, autoridad en la materia, merecidamente reconocido en diversos círculos intelectuales, quien después de enseñarnos que para eso es la palabra, nos comparte de sus inspiraciones al pie de la casa blanca. Carlos, con su ansiedad por el aprender constante se nutre revisando literatura para luego encantarnos con toda una variedad de escritos serios y profundos que, a veces, contagiado por el ritmo hip hop rompen con el formato rígido de las lecturas poéticas. Mientras todos leen, Grego Pineda, prefiere participar hasta el final, pretendiéndose un centauro ciego, que observa atento cada detalle, devorando uno a uno los versos, haciendo las observaciones puntuales y por supuesto, regalando al final de sus reflexiones con calidad estética donde se delata como un hombre común, sufrido en lo inesperado, amante de los libros y la música clásica, pero ante todo sensible e inspirado en el drama humano.

"No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre. Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre”

Y por ahora no diré mi nombre, porque después de navegar en los sueños de un callejero, sigo deportado del cambio que nunca vino a mi país, todavía nostálgico y evocando mis enredos de amor a la sombra del dólar. Yo, el séptimo miembro, un disfrutador de las inspiraciones compartidas en Alta Hora de la Noche.

¡Salud camaradas poetas!

http://diasporaopina.blogspot.com/2011/05/colectivo-literario-alta-hora-de-la.html

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