lunes, 4 de abril de 2011

ATLACATL Y ATONAL UNA MENTIRA NACIONAL

CORTESIA CLUB CUSCATLAN

La paradoja nacional fue simple.


Atlacatl y Atonal fueron producto de un error de traducción que sobre el "Memorial de Sololá" o "Memorial de Tecpán-Atitlán", escrito en cachiquel, hiciera en 1856 el religioso francés Brasseur de Bourbourg. El Memorial recoge las tensiones de los quiché y cachiquel contra nuestros pipiles en alianza con los zutujiles. Los relatos del Memorial coinciden en términos generales con las narraciones que el propio Pedro de Alvarado hace en sus Cartas de Relación a Hernán Cortés.

En el párrafo 150 del Memorial, Brasseur de Bourbourg confunde el nombre Atlacat utilizado para denominar la región actual de Escuintla, Guatemala, donde había entonces un importante asentamiento pipil. Arbitrariament e, el monje francés inventa el de Atlacatl, "hombre de agua". En otra interpretación posterior, de mal en peor, sustituye Atlacatl por Atonal, "sol de agua".

Posteriores ediciones del Memorial reiteraron uno u otro error de Brasseur de Bourbourg, pues se mantuvieron fieles a su traducción francesa hasta la traducción directa que del cachiquel hiciera Adrián Recinos al español en 1950. A finales del Siglo XIX, a sabiendas que por las características de la conquista aquí y el grado de civilización escrita de los pipiles los nombres de los líderes indígenas se habían perdido posiblemente para siempre, Atlacatl comenzó a ser presentado como parte indiscutible de la mitología indígena y de la leyenda cuscatleca.

Jorge Lardé y Arthes en su obra de 1925, "Historia de Centroamérica", llegó al extremo del delirio al inventar la existencia de dos Atlacatl: uno viejo, muerto por Alvarado, otro joven, líder de la resistencia anti-castellana. A Atonal lo convirtieron en el guerrero indígena desconocido que en la batalla de Acajutla hirió gravemente a Alvarado en su pierna, como él mismo lo reconoce en sus cartas a Cortés.

Un artista de aquella generación, Valentín Estrada, que tuvo la oportunidad de estudiar bellas artes en Madrid en los años veinte, forjó allá en 1928 una monumental escultura en bronce de Atlacatl, la cual fue traída al país por gestiones del gobierno español, como lo narra en su biografía un alumno suyo, Armando Solís. La escultura era su propio retrato, le confesó Estrada a Solís, por ello éste tituló la biografía: "Yo, Atlacatl, memorias de un escultor". La escultura fue instalada antes del genocidio en el Paseo Independencia, entonces la más importante arteria de San Salvador, y luego removida a la Colonia Atlacatl donde aún permanece. La que se localiza en el centro de Antiguo Cuscatlán, posiblemente más conocida que la original, es una copia.

1 comentario:

  1. Ustedes andan buscando pruebas cientificas de una leyenda, si seran!!!, que sabe un indio de N.Y. de las Historias y Tradiciones nuestras?
    Las Leyendas son eso, Leyendas,en todos los tiempos y en todos los lugares han existido dandoles identidad y sentido de pertenencia a los Pueblos.Saludos Litte Chicken !!!

    Att. ATONAL, desde Olocuilta,El Salvador,C.A.

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