Entrevista con Jorge Galán, poeta, cuentista y novelista
salvadoreño
"Prefiero
ver fútbol, salir a comer, ver una película, que ir a una lectura de mis
poemas"
En el último mes, en España ha
sonado El Salvador por razones lejanas a los índices de violencia o "El
Mágico" González. El motivo fue la presentación de la novela "La
habitación al fondo de la casa" de Jorge Galán, con Valparaíso Ediciones. Galán habló con El Faro sobre la novela, la manera en la que se
abrió camino en el mundo literario y sus opiniones sobra la literatura salvadoreña.
Por María Luz Nóchez
Publicado el 23 de febrero de
2014
"Bendecido". Esa es
la palabra con la que Jorge Galán expresa cómo se siente por el camino que se
está abriendo en las letras regionales e internacionales. En 2006, cuando se
planteó más allá del anhelo que quería ser escritor, dejó los tenis y la cancha
de básquetbol en barrio San Jacinto y se postuló al Premio Adonais de Poesía.
Lo ganó. Si bien el Adonais, en especias, no significó más que cien ejemplares
del poemario y una pieza del escultor español Venancio Blanco, sin ceremonia
siquiera que le permitiera hacerse de contactos en España, sí le abrió las
puerta en algunas editoriales. "Al menos ya estaban dispuestas a
leerte", explica.
Ahora, casi 10 años después y
ya establecido gracias a las antologías en que ha sido incluido y a su
poemario publicado por Visor, la única gran editorial en español dedicada a la
poesía, ha vuelto a España para publicar su tercera novela, la primera
publicada en ese país, auspiciada por el sello Valparaíso Ediciones. Durante un
mes, Galán visitó 12 ciudades en las que realizó alrededor de 20
presentaciones. Un trabajo cansado, explica, pero que le compensaba cada vez
que se enfrentaba a un nuevo salón repleto de personas que habían leído su
libro. Al influjo revitalizador de esas jornadas de trabajo se suma la
satisfacción del escritor por haber recibido un gesto de generosidad de parte
de Almudena Grandes, una de las escritoras a las que más admira por su
trayectoria. "Escribió el prólogo, nadie se lo pidió. Fue conmovedoramente
generosa. A mí me impactó muchísimo".
Galán se confiesa un hombre
tímido. Pese al éxito de sus libros en el exterior, le suena ostentoso que se
le llame el más reconocido autor de su generación fuera de las fronteras, y
prefiere decir que "gracias a Dios" su curiosidad e ingenuidad le ha
permitido llegar hasta donde está hoy. Cree, eso sí, que apenas ha empezado a
avanzar. De las críticas, de las posibles envidias, trata de abstraerse. Se
inclina más en invertir sus energías en escribir. Lo demás, dice, son cosas que
pasan.
Incómodo ante cámaras y
entrevistas, suele pedir que se le anticipen las preguntas y negarse a posar.
Pero de España ha vuelto relajado, menos a la defensiva, y poco a poco la
conversación se va volviendo más fluida. Incluso es él quien introduce el tema
de cómo vivió desde la Dirección de Letras en la Secretaría de Cultura la
superficialidad con que se mira a las artes, sobre todo a la literatura, en los
pasillos del poder político. Una concesión poco habitual en alguien que, al
hablar, trata de protegerse en el caparazón del optimismo.
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